Día mundial del reciclaje: reducir, reutilizar y reciclar en la industria del libro
La historia del origen del Día del Reciclaje
Los orígenes de este día son algo confusos, y se basan sobre pocos datos ciertos. El primer año en el que tenemos constancia de la celebración de esta jornada es en 1994 en Texas, con una consecuente expansión a nivel internacional. Sin embargo, hay que esperar hasta 2005 para la oficialización del 17 de mayo como Día del Reciclaje por parte de la UNESCO.
Esta jornada tiene como objetivo concientizar sobre la importancia de apostar por una economía circular en todos los aspectos de nuestras vidas y en varios escalones de la pirámide consumista: desde pequeñas prácticas cotidianas, hasta las regularizaciones a nivel empresarial, seguir en el desarrollo de prácticas de reciclaje no puede dejar de ser una prioridad.
Prácticas de reciclaje en la industria editorial
Es nuestra responsabilidad, como actores del mercado editorial, no apartar la mirada de las oportunidades de reciclaje que nos ofrece la modernidad. En su mayoría,las editoriales contemporáneas siguen prefiriendo prácticas menos ecoamigables pero más económicas, a prácticas algo más caras pero que favorecen al medio ambiente. Un ejemplo llamativo es el uso del papel reciclado para la impresión de libros: por mucho que cada vez más editoriales apuesten por el sello FSC (que certifica que el papel proviene de bosques gestionados de forma responsable y sostenible), son muy pocas las que optan por el sello FSC Reciclado. Además, el sistema de distribución moderno junto con el crecimiento de editoriales de autopublicación hace que se impriman muchos más libros de los que efectivamente se leen, con un inevitable desperdicio de papel y un aumento exponencial de las devoluciones y destrucciones de tiradas enteras.
¿Cómo podemos entonces aplicar las “tres erres” de la economía circular en nuestras prácticas editoriales?
Reducir: preferir siempre opciones eco-amigables
Una de las bases de un mundo editorial más verde es, sin duda, la elección de prácticas y materiales lo más eco-amigables posible, evitando las opciones que pueden parecer más simples, pero que tienen un impacto a largo plazo sobre nuestro planeta. Un ejemplo es la elección de un packaging sin plástico: preferir sobres y cajas de cartón, evitar envolver los libros en plástico y utilizar alternativas al papel de burbujas más común. Como consumidores, es importante intentar adquirir productos a granel, con el mínimo envasado posible. De esta forma, y aplicando estos pequeños detalles, podemos reducir enormemente nuestra huella de carbono.
Reutilizar: ser creativos y evitar desperdicios
Reutilizar puede convertirse en una verdadera oportunidad para ser creativos y animar a los consumidores a tomar conciencia sobre los productos que adquieren. ¿Y si no solo el libro, sino también sus accesorios pudieran tener una segunda oportunidad? Muchos libros vienen con tarjetas y marcapáginas que cada lector probablemente acabará tirando a la basura una vez salido de las librerías. Una buena idea es hacer de esos accesorios algo que no valga la pena desechar. En Peón Negro Editores, por ejemplo, nuestros marcapáginas están hechos de papel plantable. Una vez usados, el papel se puede poner en una maceta y obtener una planta de él, dándole así una segunda vida.
Es muy importante también asegurarse de reutilizar los materiales de distribución, como las cajas y los productos de eventuales devoluciones. Como consumidores, es una buena costumbre guardar los envases de los libros comprados y reutilizarlos siempre que sea posible.
Descubre más: Grandes escritores que exigen libros en papel reciclado: desde J.K. Rowling a Isabel Allende
Reciclar: reducir la tala de árboles
Se trata quizás del punto más importante y del que las editoriales más apartan la mirada. El uso del papel reciclado para la producción de libros hoy en día no es una práctica complicada. Existen varias opciones y muchas imprentas tienen este tipo de papel en sus catálogos. Aún así, el precio del mismo sigue siendo algo más alto, lo que supondría para las editoriales un aumento de costes, con consecuente aumento de los precios de venta y una posible caída de ganancias. Sin embargo, si el papel reciclado se volviera efectivamente el más común en las editoriales, su precio bajaría considerablemente, convirtiéndose en una opción asequible y respetuosa del medio ambiente.
Nos encontramos en una realidad donde la escasez de papel es cada día más preocupante, al igual que la tala indiscriminada de bosques para la producción de papel virgen. El Día del Reciclaje es una oportunidad más para replantearnos nuestras prácticas industriales, mejorarnos y apoyar una producción de libros respetuosa y ecológica.
Lee también: La falta de papel cambia la industria del libro: dificultades para reimprimir y primeras subidas de precios
La historia del origen del Día del Reciclaje
Los orígenes de este día son algo confusos, y se basan sobre pocos datos ciertos. El primer año en el que tenemos constancia de la celebración de esta jornada es en 1994 en Texas, con una consecuente expansión a nivel internacional. Sin embargo, hay que esperar hasta 2005 para la oficialización del 17 de mayo como Día del Reciclaje por parte de la UNESCO.
Esta jornada tiene como objetivo concientizar sobre la importancia de apostar por una economía circular en todos los aspectos de nuestras vidas y en varios escalones de la pirámide consumista: desde pequeñas prácticas cotidianas, hasta las regularizaciones a nivel empresarial, seguir en el desarrollo de prácticas de reciclaje no puede dejar de ser una prioridad.
Prácticas de reciclaje en la industria editorial
Es nuestra responsabilidad, como actores del mercado editorial, no apartar la mirada de las oportunidades de reciclaje que nos ofrece la modernidad. En su mayoría,las editoriales contemporáneas siguen prefiriendo prácticas menos ecoamigables pero más económicas, a prácticas algo más caras pero que favorecen al medio ambiente. Un ejemplo llamativo es el uso del papel reciclado para la impresión de libros: por mucho que cada vez más editoriales apuesten por el sello FSC (que certifica que el papel proviene de bosques gestionados de forma responsable y sostenible), son muy pocas las que optan por el sello FSC Reciclado. Además, el sistema de distribución moderno junto con el crecimiento de editoriales de autopublicación hace que se impriman muchos más libros de los que efectivamente se leen, con un inevitable desperdicio de papel y un aumento exponencial de las devoluciones y destrucciones de tiradas enteras.
¿Cómo podemos entonces aplicar las “tres erres” de la economía circular en nuestras prácticas editoriales?
Reducir: preferir siempre opciones eco-amigables
Una de las bases de un mundo editorial más verde es, sin duda, la elección de prácticas y materiales lo más eco-amigables posible, evitando las opciones que pueden parecer más simples, pero que tienen un impacto a largo plazo sobre nuestro planeta. Un ejemplo es la elección de un packaging sin plástico: preferir sobres y cajas de cartón, evitar envolver los libros en plástico y utilizar alternativas al papel de burbujas más común. Como consumidores, es importante intentar adquirir productos a granel, con el mínimo envasado posible. De esta forma, y aplicando estos pequeños detalles, podemos reducir enormemente nuestra huella de carbono.
Reutilizar: ser creativos y evitar desperdicios
Reutilizar puede convertirse en una verdadera oportunidad para ser creativos y animar a los consumidores a tomar conciencia sobre los productos que adquieren. ¿Y si no solo el libro, sino también sus accesorios pudieran tener una segunda oportunidad? Muchos libros vienen con tarjetas y marcapáginas que cada lector probablemente acabará tirando a la basura una vez salido de las librerías. Una buena idea es hacer de esos accesorios algo que no valga la pena desechar. En Peón Negro Editores, por ejemplo, nuestros marcapáginas están hechos de papel plantable. Una vez usados, el papel se puede poner en una maceta y obtener una planta de él, dándole así una segunda vida.
Es muy importante también asegurarse de reutilizar los materiales de distribución, como las cajas y los productos de eventuales devoluciones. Como consumidores, es una buena costumbre guardar los envases de los libros comprados y reutilizarlos siempre que sea posible.
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Reciclar: reducir la tala de árboles
Se trata quizás del punto más importante y del que las editoriales más apartan la mirada. El uso del papel reciclado para la producción de libros hoy en día no es una práctica complicada. Existen varias opciones y muchas imprentas tienen este tipo de papel en sus catálogos. Aún así, el precio del mismo sigue siendo algo más alto, lo que supondría para las editoriales un aumento de costes, con consecuente aumento de los precios de venta y una posible caída de ganancias. Sin embargo, si el papel reciclado se volviera efectivamente el más común en las editoriales, su precio bajaría considerablemente, convirtiéndose en una opción asequible y respetuosa del medio ambiente.
Nos encontramos en una realidad donde la escasez de papel es cada día más preocupante, al igual que la tala indiscriminada de bosques para la producción de papel virgen. El Día del Reciclaje es una oportunidad más para replantearnos nuestras prácticas industriales, mejorarnos y apoyar una producción de libros respetuosa y ecológica.
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