Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, aunque durante todos los días del año el enfoque global debería estar en combatir un desafío crítico que enfrenta nuestro planeta: la sequía y la desertificación. Es importante recordar las causas, impactos y soluciones de estos fenómenos.
Día Mundial del Medio Ambiente 2024: sequía y desertificación
Aunque pueden escribirse juntas como si de una sola palabra se tratase, el medio y el ambiente son dos conceptos que, a priori, parecen significar lo mismo. A pesar de esa impresión lingüística, ambos términos significan cosas diferentes, aunque el porqué de su uso extendido tiene una raíz bien curiosa. Según la RAE, el medio es el “conjunto de circunstancias o condiciones exteriores a un ser vivo que influyen en su desarrollo y en sus actividades” y el ambiente es lo “que rodea algo o a alguien como elemento de su entorno”. Pero ¿cómo se comenzaron a utilizar las palabras medio y ambiente juntas?
El inicio del uso de las palabras medio y ambiente en castellano tiene discrepancias, aunque hay cierto consenso en que se trata de una traducción mal realizada de la palabra inglesa environment. Es que al momento de traducirla debió haber sido medio, ambiente, con una coma en el medio. Desde el punto de vista lingüístico, las palabras medio ambiente forman un pleonasmo, se trata de una redundancia, algo así como decir cultura humana.
Dicho esto, discutir si se trata de un pleonasmo o si debió decirse de manera diferente pasa a un segundo plano al ver en términos concretos los desastres ambientales que estamos viviendo.
La sequía y la desertificación del suelo
La sequía es un factor determinante en la desertificación al reducir la disponibilidad de agua y aumentar la presión sobre los recursos naturales. A pesar de que la sequía puede ser causada por factores naturales como variaciones en los patrones climáticos, el cambio climático también está exacerbando su frecuencia e intensidad. La desertificación, por otro lado, es causada por una combinación de factores naturales (como la sequía, la erosión del suelo y la deforestación) y actividades humanas (como la agricultura intensiva y la urbanización sin planificación).
Para analizar con datos concretos, la última gran sequía en Catalunya fue en 2007 y este 2024 se están alcanzando niveles preocupantes en la que los pobladores de vastas zonas rurales mantienen la mirada fija en el cielo esperando que la lluvia traiga alivio a plantaciones y pozos de agua, como así también a embalses. Hoy en día, en junio de 2024, Europa mantiene a Catalunya en zona roja por sequía por lo que hay preocupación y los gobiernos de varios municipios están pensando en regular el acceso en gimnasios y limitar el riego.
Por su parte, bien lejos de Europa, desde 2019 “gran parte de Argentina y países vecinos vienen experimentando condiciones de sequía. En los últimos cuatro meses de 2022, se recibió solo el 44 % de la precipitación media, lo que se traduce en el menor valor en 35 años”, según datos del gobierno argentino luego de un estudio en conjunto con World Weather Attribution (WWA).
Las altas temperaturas y las inundaciones
Muchas partes del planeta están siendo sometidas a intensas olas de calor, las cuales aumentan su intensidad y duración a causa del cambio climático. Este fenómeno puede ser estudiado en conjunto con el cambio en el régimen de lluvias a nivel global. La tropicalización de muchas zonas hace que sean cada vez más frecuentes lluvias con caudales muy grandess. Cae mucha agua en muy poco tiempo, y esta se encuentra al llegar a la tierra con un suelo seco y duro que impide su filtración, por lo que se generan inundaciones.
Otro factor que ayuda a que las inundaciones sean cada vez más frecuentes y destructivas es la tala indiscriminada de árboles, que funcionan como barreras naturales para que el agua se desplace. El desmonte de millones de hectáreas de bosques que antes absorbían tanto el agua de lluvia como el CO2 acumulado en el aire está haciendo estragos en el planeta.
Todo está conectado, y por suerte quedan pocas personas que niegan el cambio climático. Las que aún lo hacen o no cuentan información o tienen intereses económicos en mantener la tala de árboles para industrias, ampliación de campos de cultivo o construcción de ciudades.
Aunque el panorama es poco alentador, es necesario mantener nuestras acciones para generar el menor impacto posible, incluso para revertir la situación, aunque quien mueve los termómetros del planeta y arrasa con los árboles son las grandes empresas avaladas muchas veces por gobiernos, ambos con intereses económicos. En un contexto de crecimiento exponencial del consumo desde la revolución industrial, el planeta se enfrenta a un desafío muy grave, y como habitantes de este planeta debemos determinar con nuestras acciones qué mundo queremos para el futuro.
Desde Peón Negro Editores nos esforzamos en ofrecer libros con papel reciclado para así reutilizar el exceso de materia prima de la industria papelerera, una de las más contaminantes del mundo tras los hidrocarburos, la moda,el transporte y la agricultura.
Aunque pueden escribirse juntas como si de una sola palabra se tratase, el medio y el ambiente son dos conceptos que, a priori, parecen significar lo mismo. A pesar de esa impresión lingüística, ambos términos significan cosas diferentes, aunque el porqué de su uso extendido tiene una raíz bien curiosa. Según la RAE, el medio es el “conjunto de circunstancias o condiciones exteriores a un ser vivo que influyen en su desarrollo y en sus actividades” y el ambiente es lo “que rodea algo o a alguien como elemento de su entorno”. Pero ¿cómo se comenzaron a utilizar las palabras medio y ambiente juntas?
El inicio del uso de las palabras medio y ambiente en castellano tiene discrepancias, aunque hay cierto consenso en que se trata de una traducción mal realizada de la palabra inglesa environment. Es que al momento de traducirla debió haber sido medio, ambiente, con una coma en el medio. Desde el punto de vista lingüístico, las palabras medio ambiente forman un pleonasmo, se trata de una redundancia, algo así como decir cultura humana.
Dicho esto, discutir si se trata de un pleonasmo o si debió decirse de manera diferente pasa a un segundo plano al ver en términos concretos los desastres ambientales que estamos viviendo.
La sequía y la desertificación del suelo
La sequía es un factor determinante en la desertificación al reducir la disponibilidad de agua y aumentar la presión sobre los recursos naturales. A pesar de que la sequía puede ser causada por factores naturales como variaciones en los patrones climáticos, el cambio climático también está exacerbando su frecuencia e intensidad. La desertificación, por otro lado, es causada por una combinación de factores naturales (como la sequía, la erosión del suelo y la deforestación) y actividades humanas (como la agricultura intensiva y la urbanización sin planificación).
Para analizar con datos concretos, la última gran sequía en Catalunya fue en 2007 y este 2024 se están alcanzando niveles preocupantes en la que los pobladores de vastas zonas rurales mantienen la mirada fija en el cielo esperando que la lluvia traiga alivio a plantaciones y pozos de agua, como así también a embalses. Hoy en día, en junio de 2024, Europa mantiene a Catalunya en zona roja por sequía por lo que hay preocupación y los gobiernos de varios municipios están pensando en regular el acceso en gimnasios y limitar el riego.
Por su parte, bien lejos de Europa, desde 2019 “gran parte de Argentina y países vecinos vienen experimentando condiciones de sequía. En los últimos cuatro meses de 2022, se recibió solo el 44 % de la precipitación media, lo que se traduce en el menor valor en 35 años”, según datos del gobierno argentino luego de un estudio en conjunto con World Weather Attribution (WWA).
Las altas temperaturas y las inundaciones
Muchas partes del planeta están siendo sometidas a intensas olas de calor, las cuales aumentan su intensidad y duración a causa del cambio climático. Este fenómeno puede ser estudiado en conjunto con el cambio en el régimen de lluvias a nivel global. La tropicalización de muchas zonas hace que sean cada vez más frecuentes lluvias con caudales muy grandess. Cae mucha agua en muy poco tiempo, y esta se encuentra al llegar a la tierra con un suelo seco y duro que impide su filtración, por lo que se generan inundaciones.
Otro factor que ayuda a que las inundaciones sean cada vez más frecuentes y destructivas es la tala indiscriminada de árboles, que funcionan como barreras naturales para que el agua se desplace. El desmonte de millones de hectáreas de bosques que antes absorbían tanto el agua de lluvia como el CO2 acumulado en el aire está haciendo estragos en el planeta.
Todo está conectado, y por suerte quedan pocas personas que niegan el cambio climático. Las que aún lo hacen o no cuentan información o tienen intereses económicos en mantener la tala de árboles para industrias, ampliación de campos de cultivo o construcción de ciudades.
Aunque el panorama es poco alentador, es necesario mantener nuestras acciones para generar el menor impacto posible, incluso para revertir la situación, aunque quien mueve los termómetros del planeta y arrasa con los árboles son las grandes empresas avaladas muchas veces por gobiernos, ambos con intereses económicos. En un contexto de crecimiento exponencial del consumo desde la revolución industrial, el planeta se enfrenta a un desafío muy grave, y como habitantes de este planeta debemos determinar con nuestras acciones qué mundo queremos para el futuro.
Desde Peón Negro Editores nos esforzamos en ofrecer libros con papel reciclado para así reutilizar el exceso de materia prima de la industria papelerera, una de las más contaminantes del mundo tras los hidrocarburos, la moda,el transporte y la agricultura.
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